RESPETO-1

19.03.2021

Uno de los traumas que tengo de mi infancia, y tan profundamente marcado que aún puedo "palpar" todas esas sensaciones que recuerdan mi mente, es cuando algunos fines de semana íbamos a casa de mis abuelos y allí estaba "la abuelita vieja". Ella, entonces no lo entendía, era mi bisabuela. Mis recuerdos de mi mente infantil eran de una señora muy mayor vestida de negro en una habitación oscura y tétrica, sentada en una butaca, inmóvil, sin hablar, con una mirada extraña, un olor corporal mezclado con medicamentos muy fuerte, muchas arrugas, una verruga en la barbilla con unos pelos negros largos punzantes, al igual que los pelos del bigote, y a la cual me obligaban a dar un beso cada vez que iba. Aún recuerdo esa sensación húmeda de esos labios, y cómo me pinchaba.

 
Esa parte de la casa de mis abuelos me daba auténtico terror. Empecé por ahí, y fui aumentando ese miedo al resto de la casa, al punto de no querer ir a visitar a mis abuelos a esa casa, a anticipar la posible visita de los fines de semana y a tener pesadillas (aún las tengo a veces) con esa casa y esa habitación.


Seguramente que la situación no fuese tan terrorífica como la cuento, pero en mi mente de niña se quedaron grabados a fuego esos "recuerdos", esa "obligación" de entrar y acercarme a besar a esa señora con la que yo no sentía ningún apego. Y eso para mí era, y es, muy real.


A día de hoy, no consiento que ningún adulto, ya sea mi hermano, mis cuñados o mis amigos, obliguen a sus hijos a saludarme con un beso por mero convencionalismo social. Siempre dejo que sean ellos los que decidan en su cuerpo y en sus emociones cómo quieren relacionarse conmigo, y creedme que no me siento menos querida por ello. Prefiero una relación sana y verdadera que algo forzado.


Con mis perros me pasa igual. No permito que nadie los toque sin tener previamente la confirmación no mía, sino de ellos. Ellos deciden si quieren interactuar con alguien o no, y de qué forma y cuánto tiempo. Yo no soy "dueña" de la vida de nadie, y mis perros no están en este mundo para cubrir los caprichos de nadie.


Mi trabajo está en facilitarles las cosas en la medida de mis posibilidades, y habituarlos a determinados manipulados: veterinario, peluquería si hiciese falta, etc. Pero la otra parte también tiene que hacer su trabajo, acercamientos amables, manipulados respetuosos... Y si no, busco a aquel profesional que nos guste a todos, a ellos por supuesto. Puedes ser un cerebrito en veterinaria por ejemplo, y no saber tratar con los animales desde el respeto. Si tuvieses un bebé, y el pediatra fuese el más preparado a nivel de estudios del mundo, pero cogiese a tu bebé como un saco de patatas, ¿No buscarías otro pediatra?


Concluyo, la última palabra está en ellos y en mí al escucharlos. Y no, no voy a dejar que toques a mis perros porque a tí se te ha encaprichado de tocarlos. Y no son menos sociables por el hecho de hacer ver claramente que no les agrada que los invadas y los acoses, simplemente tienen la total libertad para expresarse y decirte que si quieres acariciar algo sin emociones ni criterio cuando te apetezca, que te compres un peluche.
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar