ETAPAS DE DESARROLLO EN UN PERRO: LA VEJEZ. A partir de 8 años…

A partir de los 8 años, tenemos que plantearnos que ya nuestro compañero peludo está entrando en su etapa geriátrica. Esto, que a simple vista parece tan evidente, en muchas ocasiones no es tenido en cuenta por las personas, bien porque no son realmente conscientes de que su amigo se está haciendo viejito, bien porque no lo quieren ver ya que saben que al final de esta etapa toca la despedida. Tanto en un caso como en el otro, esto es una «gran putada» para el perro, ya que no tiene las mismas capacidades que un perro adulto y le estamos provocando un sobreesfuerzo en muchos sentidos.
A partir de aquí tenemos que tener muy en cuenta que nuestro perro empezará un descenso. Si ha sido un perro que ejecutaba algún trabajo, ha llegado la hora de una jubilación bien merecida y tranquila. El perro anciano va ahorrando energías y estará descansando bastante tiempo si se lo permitimos, claro está.
Es un perro que va a necesitar más visitas al veterinario porque por edad puede empezar a tener más dolores articulares u óseos, déficit sensoriales, incontinencias, etc, etc. Necesita que le adecuemos el entorno, ya no es el perro joven que sube y baja la escaleras sin dificultades, ni que se sube al sofá o la cama de un salto, ni pasa por zonas estrechas o complicadas tan fácilmente como antes. Necesitan contacto de calidad y no manipulados innecesarios que ahora, aún más, les pueden resultar agresivos o dolorosos.
También necesitan mucho descanso y que ellos mismos regulen sus necesidades físicas, es decir, que nosotros no los pongamos a hacer deporte. Tenemos que respetar sus criterios y sus tiempos para hacer las cosas, no andar con prisas. Es muy triste ver por la calle a un abuelete paseando forzado por una persona que va hacia delante a su ritmo, sin tener en cuenta lo que lleva al otro lado de la correa. Las rutinas deben ser muy estables, porque los cambios le generan mucho estrés e inseguridad. En definitiva, debemos ser conscientes de que tenemos a un abuelete y no a un adulto, y tratarlo como tal.
Va cambiando su papel como educador respecto al de un adulto. Es un perro con mucha experiencia pero que ya no se mete en berenjenales como lo hace un adulto para educar a otros. Es una etapa que debería ser muy tranquila, con un perro muy predecible, puede que con algunas manías y que tiene muy claro lo que quiere y lo que necesita.
Un abandono siempre es triste, pero se te rompe el alma ver cómo las perreras y protectoras están llenas de abuelos que, después de haber acompañado durante toda su vida a su familia, ahora a esta le sobra porque se les escapa el pis, se vuelven gruñones, ya no pueden ir a andar o a hacer deporte con ellos, ya no juegan con los niños, y las tropecientas mil excusas que te ponen determinadas personas que se deshacen del que debería ser considerado como un miembro de la familia más y que te lo sueltan como si fuese un jersey pasado de moda. Los abuelos en las perreras lo pasan sumamente mal, los que peor. Para ellos un cambio así es terrible, aparte de la tristeza que los inunda.
Este artículo se lo dedico con todo el cariño a aquellos que ya no están con nosotros, a mis queridísimos Menta, Loki, Thor y Toy, a Tirma, Moss y Cody. Gracias por habernos dejado formar parte de vuestra vida.