LA JAULA DE LOS LEONES

24.05.2022
Vivimos en una sociedad de extremos. Por un lado, cada vez tenemos más conciencia animalista, consideramos a los animales como seres sintientes y cada vez tenemos más en cuenta sus emociones, aunque a veces no de la forma correcta. Contemplamos que un perro reaccione de tal o cual forma porque le haya sucedido algo desagradable y/o tenga miedo, pero seguimos poniendo la coletilla de "pobrecito" y pensando que con amor y cariño todo se cura, aparte de intentar cubrir nuestra propia necesidad epimelética, haciendo que YO me sienta bien cuidando a otro, pero, a veces, sin tener claras las verdaderas y genuinas necesidades de ese otro.


Por otro lado, estamos en la sociedad del wellness. "Tienes la obligación" de sentirte bien. No hay cabida para sentirte triste, asustado o enfadado, eso "no encaja" en la sociedad, "no está bien". Terapeutas, coaches de todo tipo, publicidad... , estamos sometidos a un bombardeo constante. Hay que ser happy flower y mostrar siempre una sonrisa de caballo de cara a la galería, aunque por dentro estés hecho polvo. Y esto, como no, también salpica a la educación canina. Aún hay profesionales que "culpan" al responsable del perro de cómo está este, y le están pidiendo a la persona que se meta en situaciones que le hacen agua por todos lados, porque el perro necesita tener a su lado a una persona "infalible", sin tener en cuenta que el ser humano es la otra parte del binomio, y que también tiene sentimientos y emociones, junto con sus miedos e inseguridades, e infalible no es ni el más pintao.


El contagio emocional existe, eso es impepinable, y la referencia social que le damos a nuestro perro de seguridad y calma también es sumamente importante. Y precisamente por eso mismo es súper importante hacerle comprender al humano cuál es el peso de la sinceridad, de hacer una introspección para saber cómo está, qué transmite y cuáles son sus miedos e inseguridades, para poder ir trabajando sobre dicho binomio generando un aprendizaje en ambos, sin meterlos en situaciones que desborden a ninguno de los dos, y, si el caso lo requiere, poder derivar también al humano a un especialista, un psicólogo, que lo ayude a trabajar esas inseguridades.


Aquí no hay culpables. La culpa es una caca grande como una casa, y lo único que conlleva es que internamente te sientas peor mientras que quieres encajar en una sociedad que te obliga a llevar máscaras y a "aparentar" ser algo que no eres. Y eso con los perros no funciona. Y para tu propio bienestar emocional (el de verdad de la buena), créeme que tampoco.

 
Y mi contribución a la cultura happy flower de "yo puedo con todo", "que no se me note que estoy cagao", y "tengo que hacerlo por los kinders de mi abuelo" os dejo un proyecto (ficticio, jjj) de libro, muy fácil de leer, ya que lleva solo dos capítulos.
Recuerda, date permiso de ser tu mismo, de sentir y de expresarte. No podemos ser sinceros con nuestros perros si no empezamos siéndolo con nosotros mismos
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